La niebla y la lluvia impiden al Pontífice trasladarse en helicóptero y viaja en coche ala zona afectada por el terremoto.
Roma. (EFE).- Benedicto XVI visitó la zona de la región central de Los Abruzos sacudida el 6 de abril por un seísmo que causó 296 muertos y ha dejado miles de damnificados, a los que dijo que la Iglesia no les abandonará y ante los que reclamó, "también por respeto a los muertos, casas sólidas".
"La Iglesia está toda aquí, conmigo a la cabeza, a vuestro lado, partícipe de vuestro dolor y deseosa de ayudaros a reconstruir", afirmó el Papa ante varios centenares de damnificados reunidos en el pueblo de Onna, que fue prácticamente destruido, en el que murieron 40 de sus 300 habitantes y que ha quedado como símbolo del sismo.
Después, en otro discurso pronunciado en L'Aquila, la capital de la región y una de las localidades más golpeadas por el terremoto, dijo que la comunidad civil debe hacer "un serio examen de conciencia para que su nivel de responsabilidad jamás venga a menos".
Según los investigadores, muchas de las construcciones realizadas en la zona no respetaron la normativa contra los seísmo (Los Abruzos es una zona sísmica, ubicada en la cordillera de los Apeninos) y fueron la causa de que tantas casas y edificios se desplomasen debido al seísmo de 5,8 grados de la escala Richter.
Tres semanas después del terremoto, el Papa, debido a su deseo de no entorpecer las primeras tareas de socorro y desescombro, cumplió hoy su deseo de estar "en persona" y abrazar a los damnificados y rezar junto a ellos por las víctimas. Tenía previsto trasladarse en helicóptero para sobrevolar todos los pueblos, pero el mal tiempo reinante en Roma y Los Abruzos, distantes unos 88 kilómetros, le obligó a viajar en automóvil y desplazarse en una furgoneta de la Protección Civil. La primera etapa fue Onna, donde se dirigió a los damnificados desde una tarima levantada en una plazuela y abrazó a varios niños.
Benedicto XVI dijo que a pesar del compromiso de solidaridad manifestado desde todas las partes son muchos los problemas que tienen que afrontar los damnificados, desde vivir en tiendas de campaña y soportar el frío y la lluvia, hasta enfrentarse con la dura realidad de haberlo perdido todo. "La respuesta no puede limitarse a la emergencia inicial, sino que debe convertirse en un proyecto estable y concreto en el tiempo. Animo a todos, instituciones y empresas, para que esta ciudad y esta tierra resurja", manifestó el Papa.
Desde Onna se trasladó a L'Aquila, donde visitó la basílica de Santa María di Collemaggio y la Casa del Estudiante, otros dos símbolos del terremoto.
Santa María de Collemaggio es uno de los templos más afectados por el seísmo y en la misma se guardan los restos de Celestino V, el único Papa que renunció al papado, en 1294, sobre los que se desplomó -sin causarles daños- la bóveda central de la basílica.
Benedicto XVI entró en la basílica, cuyo interior ha sido apuntalado, a través de la Puerta Santa existente, acompañado de los bomberos y de Protección Civil. Tras orar unos momentos ante los restos de Celestino V, donó su palio, estola de lana, símbolo del obispo Buen Pastor.
Después se trasladó al cuartel de la Guardia de Finanzas, en la pedanía de Coppito, en el que se ofició el 10 de abril el funeral de estado de las casi 300 víctimas y donde se reunió con varios centenares de damnificados que viven en tiendas de campañas.
Allí resaltó la importancia de la solidaridad y colocó una rosa a los pies de la patrona de L'Aquila, la Virgen de la Cruz. Cuando descendía de colocar el donativo, se pisó la sotana y perdió el equilibrio. Estuvo a punto de caer si no llegar a ser por la inmediata ayuda de sus colaboradores.
Fuente: La Vanguardia
Roma. (EFE).- Benedicto XVI visitó la zona de la región central de Los Abruzos sacudida el 6 de abril por un seísmo que causó 296 muertos y ha dejado miles de damnificados, a los que dijo que la Iglesia no les abandonará y ante los que reclamó, "también por respeto a los muertos, casas sólidas".
"La Iglesia está toda aquí, conmigo a la cabeza, a vuestro lado, partícipe de vuestro dolor y deseosa de ayudaros a reconstruir", afirmó el Papa ante varios centenares de damnificados reunidos en el pueblo de Onna, que fue prácticamente destruido, en el que murieron 40 de sus 300 habitantes y que ha quedado como símbolo del sismo.
Después, en otro discurso pronunciado en L'Aquila, la capital de la región y una de las localidades más golpeadas por el terremoto, dijo que la comunidad civil debe hacer "un serio examen de conciencia para que su nivel de responsabilidad jamás venga a menos".
Según los investigadores, muchas de las construcciones realizadas en la zona no respetaron la normativa contra los seísmo (Los Abruzos es una zona sísmica, ubicada en la cordillera de los Apeninos) y fueron la causa de que tantas casas y edificios se desplomasen debido al seísmo de 5,8 grados de la escala Richter.
Tres semanas después del terremoto, el Papa, debido a su deseo de no entorpecer las primeras tareas de socorro y desescombro, cumplió hoy su deseo de estar "en persona" y abrazar a los damnificados y rezar junto a ellos por las víctimas. Tenía previsto trasladarse en helicóptero para sobrevolar todos los pueblos, pero el mal tiempo reinante en Roma y Los Abruzos, distantes unos 88 kilómetros, le obligó a viajar en automóvil y desplazarse en una furgoneta de la Protección Civil. La primera etapa fue Onna, donde se dirigió a los damnificados desde una tarima levantada en una plazuela y abrazó a varios niños.
Benedicto XVI dijo que a pesar del compromiso de solidaridad manifestado desde todas las partes son muchos los problemas que tienen que afrontar los damnificados, desde vivir en tiendas de campaña y soportar el frío y la lluvia, hasta enfrentarse con la dura realidad de haberlo perdido todo. "La respuesta no puede limitarse a la emergencia inicial, sino que debe convertirse en un proyecto estable y concreto en el tiempo. Animo a todos, instituciones y empresas, para que esta ciudad y esta tierra resurja", manifestó el Papa.
Desde Onna se trasladó a L'Aquila, donde visitó la basílica de Santa María di Collemaggio y la Casa del Estudiante, otros dos símbolos del terremoto.
Santa María de Collemaggio es uno de los templos más afectados por el seísmo y en la misma se guardan los restos de Celestino V, el único Papa que renunció al papado, en 1294, sobre los que se desplomó -sin causarles daños- la bóveda central de la basílica.
Benedicto XVI entró en la basílica, cuyo interior ha sido apuntalado, a través de la Puerta Santa existente, acompañado de los bomberos y de Protección Civil. Tras orar unos momentos ante los restos de Celestino V, donó su palio, estola de lana, símbolo del obispo Buen Pastor.
Después se trasladó al cuartel de la Guardia de Finanzas, en la pedanía de Coppito, en el que se ofició el 10 de abril el funeral de estado de las casi 300 víctimas y donde se reunió con varios centenares de damnificados que viven en tiendas de campañas.
Allí resaltó la importancia de la solidaridad y colocó una rosa a los pies de la patrona de L'Aquila, la Virgen de la Cruz. Cuando descendía de colocar el donativo, se pisó la sotana y perdió el equilibrio. Estuvo a punto de caer si no llegar a ser por la inmediata ayuda de sus colaboradores.
Fuente: La Vanguardia
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