Para que surja una metástasis, la diseminación de un cáncer, una célula tumoral debe realizar un largo y peligroso viaje y tiene que hacerlo en unas condiciones precisas para que su misión última, la formación de un nuevo tumor en un órgano distante, tenga éxito.
Esas condiciones dependen de la activación anómala de unos pocos genes que permiten a las células malignas superar las barreras biológicas para llegar a su nuevo destino. El investigador catalán Joan Massagué, director del programa de biología y genética del cáncer del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, ha identificado la ruta que permite la propagación del cáncer de mama al cerebro. Los responsables son tres genes que actúan como mediadores específicos de la metástasis del primer tumor al segundo.
El estudio, que hoy publica Nature , arroja luz sobre los mecanismos mediante los que se produce la dispersión de la enfermedad y abre la puerta para la fabricación de fármacos que interrumpan la metástasis.
Los genes COX2 y HG-EGF (que estimulan la movilidad e invasividad de las células cancerosas) han resultado ser los mediadores genéticos en el proceso por el que el cáncer de mama se extiende por el cerebro. Mientras, otro tercer gen, el ST6GALNAC5, es el que proporciona a las células cancerosas la capacidad de salir del brote sanguíneo y atravesar la barrera hematoencefálica para entrar en el cerebro.
«Nuestra investigación aclara la función que estos genes desempeñan en el modo en que las células de un tumor de mama se liberan y, una vez que pueden moverse, eligen el lugar en el que pueden atacar», explica Joan Massagué.
La metástasis de cáncer de mama en el cerebro suele producirse años después de la extirpación de un tumor de mama, lo que indica que, inicialmente, las células cancerosas liberadas no poseen las funciones especializadas necesarias para atravesar la densa red de capilares que constituyen la barrera hematoencefálica. Este obstáculo evita la entrada de las células que circulan por la sangre y regula el transporte de moléculas al tejido cerebral. Para originar una metástasis, las células cancerosas circulantes deben, por tanto, ser capaces de atravesar la barrera hematoencefálica e interactuar con el entorno específico del cerebro. Este paso se lo facilita, precisamente, una enzima, la ST6GALNAC5, que solo está activa en el tejido cerebral y que desencadena una reacción química que ayuda a las células del cáncer de mama a abrirse paso y sortear el bloqueo hematoencefálico.
Fuente: La Voz de Galicia
Esas condiciones dependen de la activación anómala de unos pocos genes que permiten a las células malignas superar las barreras biológicas para llegar a su nuevo destino. El investigador catalán Joan Massagué, director del programa de biología y genética del cáncer del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, ha identificado la ruta que permite la propagación del cáncer de mama al cerebro. Los responsables son tres genes que actúan como mediadores específicos de la metástasis del primer tumor al segundo.
El estudio, que hoy publica Nature , arroja luz sobre los mecanismos mediante los que se produce la dispersión de la enfermedad y abre la puerta para la fabricación de fármacos que interrumpan la metástasis.
Los genes COX2 y HG-EGF (que estimulan la movilidad e invasividad de las células cancerosas) han resultado ser los mediadores genéticos en el proceso por el que el cáncer de mama se extiende por el cerebro. Mientras, otro tercer gen, el ST6GALNAC5, es el que proporciona a las células cancerosas la capacidad de salir del brote sanguíneo y atravesar la barrera hematoencefálica para entrar en el cerebro.
«Nuestra investigación aclara la función que estos genes desempeñan en el modo en que las células de un tumor de mama se liberan y, una vez que pueden moverse, eligen el lugar en el que pueden atacar», explica Joan Massagué.
La metástasis de cáncer de mama en el cerebro suele producirse años después de la extirpación de un tumor de mama, lo que indica que, inicialmente, las células cancerosas liberadas no poseen las funciones especializadas necesarias para atravesar la densa red de capilares que constituyen la barrera hematoencefálica. Este obstáculo evita la entrada de las células que circulan por la sangre y regula el transporte de moléculas al tejido cerebral. Para originar una metástasis, las células cancerosas circulantes deben, por tanto, ser capaces de atravesar la barrera hematoencefálica e interactuar con el entorno específico del cerebro. Este paso se lo facilita, precisamente, una enzima, la ST6GALNAC5, que solo está activa en el tejido cerebral y que desencadena una reacción química que ayuda a las células del cáncer de mama a abrirse paso y sortear el bloqueo hematoencefálico.
Fuente: La Voz de Galicia
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